martes, 24 de enero de 2012

Felicidad, ese tesoro

Leyendo este artículo me vino a la mente la entrada en el blog de OCTAVIO A DISGUSTO sobre los lamentos de los moribundos, y quizás si seguimos estos pasos encontremos la felicidad y no tengamos que lamentarnos en nuestro lecho de muerte.....

Francesc Miralles, autor del libro 365 ideas para cambiar tu vida (editorial Planeta), expone varias reflexiones sobre los dilemas que se ha cuestionado la humanidad durante los últimos años y nos revela el secreto para encontrar nuestro tesoro más preciado en diez pasos (la felicidad).

1- Pensar solo en el día de hoy
Las agendas constituyen parte de la barrera emocional que nos impide ser felices. La predisposición a dejar para mañana lo que podemos hacer hoy y a organizar escrupulosamente cada minuto de nuestra vida impide que disfrutemos del presente. Debemos pensar: Hoy es el día más feliz de nuestra vida. “Lo único razonable que podemos hacer es pasar el día de la mejor manera posible”, explica el autor.

2- No compararnos con los demás
“El reto de ser uno mismo requiere que salgamos de las emociones y opiniones estereotipadas y reclamemos nuestro lugar en el mundo”. Cada uno tiene que actuar en su ámbito. “Hace 3000 años que nos dedicamos a buscar la felicidad. Es un concepto muy amplio y muy variable". La felicidad es subjetiva, dependerá de nuestras necesidades, entorno y tiempo. "Quien esté arruinado, será feliz cuando se libre de sus deudas, depende de la experiencia personal de cada uno”, ejemplifica Miralles. No obstante, matiza que la felicidad empieza por tener cubiertas nuestras necesidades más básicas.

3- No criticar
Concentrar nuestras energías en descalificar a los demás juega en detrimento de nuestro beneficio. “En lugar de prestarnos a posibles amenazas externas, si impulsamos nuestro propio viaje al futuro viviremos de forma mucho más productiva y sosegada”. El camino hacia la felicidad empieza en priorizar nuestros intereses.

4- Centrarse en el lado soleado de la vida
A menudo nos convertimos en buscadores infatigables de la felicidad cuando puede estar en el lugar y momento menos predecibles. Sorprenderse es la condición sine qua non para dar con el elixir de la felicidad. “La felicidad inesperada es la mejor. Observar el paisaje desde el tren, oler algo que te recuerda a tu niñez… son pequeñas cosas que nos inundan de bienestar”, reconoce el autor. Enfocar los aspectos positivos ayuda a multiplicar su poder.

5- Rodearse de gente positiva
La vida impone determinadas barreras que no podemos sortear. La elección de nuestros amigos es propia. Debemos aprovecharnos. Nuestro entorno es el espejo en el que se refleja nuestra personalidad, experiencias, inquietudes. Constituye una memoria viva de quienes somos, de dónde venimos, dónde estamos y dónde queremos dirigir nuestro futuro. “La calidad de nuestros amigos determina la calidad de nuestra propia vida”. Como explica Miralles “es muy importante elegir a personas positivas que nos hagan reír, sentirnos bien, que nos den apoyo…”.

6- Afrontar los problemas con humor
Todos hemos dicho alguna vez: me río por no llorar. Asumir las adversidades de la mejor manera posible contribuye a nuestro bienestar, a crearnos una especie de coraza muy necesaria para no desmoronarnos y afrontar las pruebas que nos pone la vida con fuerza. No podemos elegir lo que pasa, pero sí nuestra actitud. “Dentro de las circunstancias que nos toque vivir hay que hacerlo con la mejor cara posible. Es aconsejable sacar algo positivo de todo”. Incluso de las malas experiencias. “Si no hubiera momentos malos no sabríamos valorar los buenos”, sentencia.

7- Aprender algo nuevo cada día
Miralles insiste en desmentir el tópico de que la ignorancia da la felicidad. “Ser ignorante no hace feliz, no te permite comprender muchos aspectos y contribuye a la falta de empatía con los demás”. La cultura contribuye, por tanto, a ampliar el abanico de amistades y a nutrirnos de sus experiencias, involucrarnos en sus sentimientos y, en definitiva, a ser mejor personas.

8- Mostrar los sentimientos a la gente que quieres
Muchas veces no somos conscientes de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Entonces nos arrepentimos de no haber pasado más tiempo con nuestros seres queridos o haberles demostrado nuestro cariño y afecto. "Cogerles la mano, darles las gracias, un beso, una sonrisa, un mensaje de ánimo... son acciones que nos hacen sentir felicidad a nosotros mismos y a los que las reciben", explica el autor. No dar pie a entrar en discusiones relajará nuestro estado. “Si todos sumáramos buenos actos y no nos enfadáramos en nuestro entorno más inmediato, la suma final sería más positiva que negativa. Al final lo que buscamos es sentirnos útiles para los demás”.

9- No temer a la vida
La vida, en ocasiones, se presenta difícil. Forma parte de las reglas del juego. Determinadas decisiones nos superan, nos sentimos incapaces de asumirlas y dudamos qué hacer. La rabia de no poder con todo solo se soluciona con un replanteamiento de nuestras prioridades más inmediatas. “El miedo impide que desarrollemos nuestros objetivos”, opina el autor.

10- Leer antes de acostarse
El ritmo frenético de nuestra sociedad nos impide, muy a menudo, evadirnos y disfrutar de la tranquilidad. Dedicar unos minutos a la lectura antes de conciliar el sueño contribuirá a “desconectar y a evadirse de los problemas”, asegura por su experiencia Miralles.

Eliminar los malos hábitos emocionales, buscar lo mejor de nosotros mismos, afrontar los momentos difíciles o aprender a disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala la vida son solo algunas de las consecuencias más directas de cumplir este decálogo.

jueves, 19 de enero de 2012

Se cumplen 300 años de la Biblioteca Nacional, en su día pagado con juego y tabaco

Felipe V era más devoto de las cartas –entiéndase: sota, caballo, rey– que de los libros. También era el duque de Anjou, un francés reinando sobre españoles tras una guerra larguísima que en puridad aún no había concluido (1701-1713). En 1711, por tanto, estaba dispuesto a coger al vuelo todas las propuestas que contribuyesen a afianzar su imagen entre sus nuevos súbditos. Su confesor, el jesuita Pierre Robinet, le sugirió una: crear una Real Biblioteca con los fondos que el rey había traído de Francia (6.000 volúmenes), los acumulados por los Habsburgo (otros 2.000) y los incautados a los perdedores de la Guerra de Sucesión. La gran osadía que Robinet defendió ante el monarca fue el carácter público de la biblioteca. En fin… pública a la manera de 1711: cerrada a mujeres (no accedieron hasta 1837, la primera fue Antonia Gutiérrez Bueno, autora de un Diccionario histórico y biográfico de mujeres célebres) y menesterosos. Pública para estudiosos y eruditos de los círculos cortesanos.


Se abrió en un pasillo cerca de las cocinas del Alcázar Real, con Robinet como primer director y con plagas de ratones cada dos por tres. Y dado que la financiación de las cosas públicas es un quebradero en cualquier época –con la dudosamente honrosa excepción de los años del imperio y su sistemático saqueo de las colonias–, Robinet también se ocupó de dar con la fuente del dinero. Según José Manuel Lucía Megías, catedrático de la Universidad Complutense y comisario de la exposición de la BNE 300 años haciendo historia, para costear su proyecto al confesor del rey se le ocurrió recurrir a los impuestos sobre algo muy querido por el monarca: las cartas. También aquí se salió con la suya: en el Real Decreto fundacional de 1716 se le asigna un presupuesto de 8.000 pesos anuales procedentes de los impuestos sobre tabaco y naipes.

Gracias a esa manía de los vencedores de despojar a los vencidos de gloria y bienes, en 1715 la Real Biblioteca ya contaba con 28.242 libros impresos, 1.282 manuscritos y 20.000 medallas. “Los partidarios de Carlos, archiduque de Austria, vieron cómo sus bibliotecas eran trasladadas a Madrid y casi todos ellos terminaron sus días en el exilio, desposeídos de tierras y títulos, por lo que perder sus libros seguramente fue la menor de sus preocupaciones”, escribe Javier Pavía Fernández, en el blog de la BNE.

Fondos incautados

Entre esos fondos incautados figuraron los del duque de Uceda, el marques de Mondéjar (propietario de 5.903 libros, entre ellos el Beato de Fernando I), el duque de Terranova o el arzobispo de Valencia, Folch de Cardona, cuya biblioteca fue devuelta a un convento que posteriormente la vendió a la Biblioteca Nacional de Viena.

En aquellos años de arranque hubo también otras vías más elegantes que engrosaron el depósito: compras y donaciones. Y a partir del 26 de julio de 1716 entra en vigor algo que sigue vigente y que es el manantial que ha nutrido la vastísima colección que atesora hoy la BNE (30 millones de documentos): el depósito legal. Un real decreto de Felipe V estableció: “De todas las impresiones nuevas que se hicieren en mis dominios, se haya de colocar en ella un ejemplar del tomo o tomos de la Facultad que trataren, encuadernados y en toda forma en la misma que se practica dar a los del Consejo; colocándose también en dicha Biblioteca todos los libros y demás impresiones que se hubieren dado a la estampa desde el año 1711, en que tuvo principio esta Biblioteca”. Una ley que fue modificada el 30 de julio de 2011 para incorporar “los documentos electrónicos en cualquier soporte, que el estado de la técnica permita en cada momento, y que no sean accesible libremente a través de Internet” y “los sitios web fijables o registrables cuyo contenido pueda variar en el tiempo y sea susceptible de ser copiado en un momento dado”. ¿Habrá que modificar el depósito legal dentro de tres siglos? ¿Se atreven a imaginar cuántos documentos almacenará la BNE de 2311?
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/01/17/actualidad/1326798261_876510.html

lunes, 16 de enero de 2012

Adios a un gran político

Fraga falleció sobre las 22.30 horas de anoche a los 89 años por una parada cardiaca al no recuperarse de una afección respiratoria que venía arrastrando desde hace algunos días, según confirmaron fuentes próximas a la familia.

Comenzó su carrera política en 1951 llegando a ser ministro de Información y Turismo y embajador en el Reino Unido. También fue vicepresidente y ministro de Gobernación en el primer Gobierno bajo reinado de Don Juan Carlos, presidido por Carlos Arias Navarro.

En 1976 fundó Alianza Popular (AP) y colaboró en la redacción de la Constitución Española. Años después, en 1989, refundó AP que pasó a denominarse Partido Popular y del cual se haría cargo José María Aznar, que fue designado candidato a la Presidencia del Gobierno. Además, presidió la Xunta de Galicia desde 1990 hasta 2005. Desde 1990 era presidente honorífico del Partido Popular y desde 2006 senador designado por el Parlamento gallego. Han sido más de 60 años en política.